La última década de este milenio
está signada por profundas transformaciones, basadas en el paradigma
de la revolución de la informática y de las telecomunicaciones.
Ello ha sido la base para la masificación del uso de los computadores
y su conexión en redes para la interacción de individuos
y organizaciones, independientemente del tiempo y del espacio. La informática
y las comunicaciones juegan, de esta manera, un papel preponderante en
el desarrollo y cambios de los más variados contextos y sectores:
social, económico, científico, comercial, educativo, etc.
Esta nueva situación ha marcado la sociabilización de la
computación como una de las características fundamentales
en la sociedad del conocimiento. El impacto de esta revolución
de la informática y las telecomunicaciones se reconoce, hoy, por
la introducción de múltiples dispositivos de uso cotidiano
basados en la tecnología computacional, la masificación
del uso de los computadores, su conexión en redes para la interacción
y la articulación de los individuos y las organizaciones, independientemente
del tiempo y del espacio. De esta forma la tecnología informática
se constituye en un eje transversal presente en el día a día
de la vida de cada una de las personas. Porque rompe los esquemas establecidos,
y hasta la lógica y el sentido común, la implantación
de cada revolución tecnológica enfrenta una gran resistencia
de las personas y de las instituciones formadas en el viejo paradigma,
y de esto no escapan los mismos profesionales de la tecnología
que se mantienen sobre la base de los viejos esquemas.
La formación de profesionales en las distintas áreas del
quehacer actual también ha sentido el impacto del cambio, del cual
no escapa el computista nuestro, quien reclama un nuevo modelo curricular.
Este nuevo modelo curricular debe tener como objetivo la formación
de profesionales que sean agentes del cambio que se requiere en el país,
introduciendo y aprovechando las nuevas tecnologías en las organizaciones,
públicas o privadas, para adaptarlas a las exigencias del mundo
moderno, capaces de proveer soluciones de manera autónoma e independiente
con una conciencia de los nuevos tiempos, donde la permanente actualización
y la disposición constante a aprehender el nuevo conocimiento sea
una actitud de vida.
El nuevo modelo curricular debe tomar en cuenta la globalización
que caracteriza a nuestra época, soportada en los cambios de las
tecno-comunicaciones y que tiene profundas implicaciones en las estructuras
mismas del sistema educativo.
Los cambios tecnológicos han permitido la emergencia de nuevas
áreas, sustentadas en esa infraestructura de comunicación
constituida por redes de redes de computadoras en todo el mundo y a todos
los niveles, que permiten la colaboración e interacción
entre individuos y organizaciones. Algunas de estas áreas emergentes,
o que tienen cambios cualitativos significativos, son: educación
a distancia, comercio electrónico, ambientes colaborativos, bases
de conocimiento distribuidas y agentes inteligentes, interfaces sociales,
seguridad en redes, sistemas distribuidos, desarrollo de aplicaciones
con la tecnología Internet, entre otros.
Un nuevo modelo curricular requiere, ante la diversidad del conocimiento
y variedad de las áreas en computación, ser muy selectivo
en la delimitación del conocimiento básico y común
y, a la vez, dejar al alumno la responsabilidad de elegir las áreas
en las cuales desee mayores competencias; no pretendiendo con ello una
especialización, la cual puede alcanzar en estudios de cuarto nivel,
sino una formación general en diversas áreas, de acuerdo
a sus intereses de vida profesional.
El Plan de Estudios incorpora asignaturas que traten aspectos sociales,
como ética, factores sociales en la informática y el rol
del computista como actor en los procesos de cambio; así mismo
debe darle cabida a tópicos de otras disciplinas, como filosofía,
economía, educación, psicología, leyes, etc. y a
temáticas colaterales que incidan en su futuro profesional: metodología
de investigación, ética, entre otras.
Finalmente, un nuevo Plan de Estudios requiere de docentes y alumnos que
enfrenten el reto del permanente y acelerado cambio, y que fomente la
disposición al trabajo en equipo, multidisciplinario o interdisciplinario,
la capacidad de aprendizaje autónomo, de innovación y asimilación
del cambio.
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